Faltaba
muy poco para que 2014 rompiera el horizonte de nuestros días,
cuando “oí”: “No olvidarás este año” Y, desde acá estoy
para ratificar dicha verdad.
Quiero
darles las gracias a todos (de todos los “mundos”) por
absolutamente todo. No puedo negar que 2014 se ha tatuado en mi alma.
Para
mí, si el tiempo siempre fue un misterio, sentí en mi piel la ardua
tarea de lidiar con él. Tiempos que terminaron, tiempos que
comenzaron, tiempo, tiempo, tiempo.
¡Cuántas
decisiones difíciles! ¡Cuántas
elecciones! ¡ Cuántos
caminos! Eso, sin contar el esfuerzo interno de los descubrimientos y
redescubrimientos. Los encuentros conmigo mismo, el rehacer de las
relaciones con todo y con todos. Es decir, ¡cumplí
tareas!
Es
cierto que uno no está hecho de sólo un año. Somos la suma de
todos los caminos recorridos que, paulatinamente, se van moldando.
Vi, viví y aprendí que somos como el agua que bendice la tierra,
refresca el calor y hace nacer la flor. Vamos, en el curso del río
de nosotros mismos, eligiendo direcciones, rebasando los obstáculos,
represándolo cuando no hay otra solución y buscando diferentes vías
para seguir el caudal de la vida.
A
los que permanecieron conmigo, gracias. Estos son los verdaderos
companeros-héroes de mi saga. A los que se han incorporado a mi
buen-combate, gracias por el permiso de conmigo seguir lo que hoy
estoy viviendo.
2014
ya se va, y va en paz. En la conciencia, traigo la tranquilidad de
quien lo ha vivido bien. Afirmo y confirmo: este año ha sido, es y
será para no olvidarse.
¿Qué
nos espera 2015? ¡Bueno, bueno, bueno!
Eso ya será otra historia.